lunes, 15 de febrero de 2010

De un lado al otro








Decidí no viajar a Tartagal este verano. Decidí quedarme en Córdoba a escribir.
En un momento del mes de enero cuando la humedad no daba tregua y Córdoba daba asco me quedé solo. Sin hijo, sin madre, sin amigos, sin palabras.
Me dije a mi mismo, si no podés escribir, lee. Busqué el libro de Sonia Budassi del cual no había pasado de la primera página en mis anteriores intentos y con ganas me di cuenta que era exigente por lo menos para mí, y le metí huevos y me ecantó. En casi todos los cuentos sus personajes femeninos lloran y se le vienen a la cabeza cientos de pensamientos en menos de una página mientras una historia concreta hace avanzar el relato.
Como aspirante a escritor me sirvió mucho, tal vez pensé en ese momento que ella tenía todas las palabras que a mí me faltaban.
Cuando iba por el quinto cuento extravié "Los domingos son para dormir". Lo busqué por todos lados y no lo encontré. Me quería morir, había perdido a Sonia Budassi en mi habitación cuando más me gustaba y no la podía encontrar.
Como me di cuenta que lo de la lectura funcionaba antes de quedarme sin amigos, le pedí a uno que me prestara unos libros de Stephen King. Me dio dos: Las cuatro estaciones y Corazones en Atlantida.
Lei "El cuerpo", me gusto mucho pero me pareció que le sobraban muchas hojas. Mi amigo por e-mail me explico que así era King. "El Metodo de respiración", el segundo cuento de las Cuatro estaciones me aburrió al principio pero al final se puso buenisimo. Y esa misma noche que lo terminé tuve la peor de las pesadillas. Se los recomiendo a todos.
Corazones en Atlantida me voló la cabeza. La verdad que no podía parar de leer. No escribía por seguir leyendo, era como la cocaina en las noches de poker. Mi amigo me dijo que así deberían ser todos los libros y que King es un camino sin retorno.