sábado, 11 de septiembre de 2010

Un bar de putas

Apunta con el taco la bola. Sus pechos casi rozan el paño. Atrás dos tipos que toman cerveza con whisky le miran el culo. A Milagro le encanta y se queda un rato largo friccionando el palo entre sus dedos. Luego golpea y las bolas salen hacia todos lados y una rayada entra en el agujero del medio.
El bar queda sobre Colón, pasando Maipú. No sé cómo se llama pero a Milagro le encanta, siempre me dice que es su lugar. Yo, lo único que sé; es que este bar está lleno de putas.
Cerca de la puerta cinco chicas jóvenes y una señora esperan sentadas que algún cliente se acerque. Nunca pregunté los aranceles, pero me gusta ver los arreglos: por lo general un auto o una camioneta se detiene en la puerta, un hombre baja, la señora se levanta, le da un beso, apunta a las chicas, las chicas sonríen, el hombre discreto le dice algo al oído, paga, la señora vuelve al rincón; la elegida se levanta, acomoda su pollera y de la mano del cliente deja el lugar.
Milagros pierde la partida. Toma un fondo blanco y se va al baño. Uno de los pibes de la mesa del frente la sigue. Me quedo sentado y pienso en Laura. A ella la conocí en el puterio de la vuelta. La esperé a que terminara su turno y nos vinimos a este mismo bar a tomar un café. La ciudad estaba despertando y ella olía a sexo. La llevé a mi casa y cuando desperté ya no estaba. Se había llevado la guitarra y el dvd. Esa noche volví a buscarla y una de sus compañeras me dijo que la habían echado por ladrona.
Algunas noches, imagino verla entrar, el barman me dijo que muy de vez en cuando la suele ver. Yo, la sigo buscando.-

1 comentario:

Fabio Martinez dijo...

Este texto lo escribí a pedido de Ivan Ferreyra
La consigna era construir un relato de veinte líneas, una columna que hable sobre un bar
Salió esto
Abrazos