jueves, 25 de septiembre de 2008

Me quieren robar, yo los quiero enfrentar. Parte uno.


Memi, mi cuñada, deja el auto en la puerta de casa, se baja con la torta en los brazos y toca el timbre. Abro la puerta y le sostengo la torta, ella me pide que la acerque a casa. Afuera un flaco mira el auto, eh, le grito, con una piedra revienta la ventana del conductor y los vidrios quedan desparramos en toda la vereda y el asiento. Estira la mano y saca la cartera. Grito de nuevo, dejo la torta tirada en la mesa y lo corro. El flaco sale a toda velocidad hacía la esquina, allí lo espera un amigo y los dos corren por el descampado y se meten a la única calle que queda de lo que fue: la villa “el bordo”. Pienso en entrar, pero vuelvo a pensar y no lo hago.

- Todos los días pasas por acá, como nos vas a robar… la cartera devuelvan por lo menos, grito.

Me doy vuelta y lo veo a mi viejo y a mi primo que vienen atrás. Lo espero y entramos al callejón. Es amplio, hay casas a los dos costados. Un viejo está parado al lado de su alambrado. Le preguntamos por unos chicos, solo queremos los documentos, decimos, recién salgo, responde. En la punta hay una casa abandonada. Al lado otra, que están pintando. Avanzamos un poco más, pero decidimos volver, nadie va a decir nada.

Memi llora, siente impotencia, la policía llega, hacemos la denuncia. El oficial en una hoja vieja anota las cosas que había en la cartera. Tarjetas de crédito, trescientos pesos, el celular y papeles, muchos papeles. Mi hermano me habla para saber que pasó, que cagada dice mi viejo.
El policía me pregunta como es el tipo. Lo describo: flaco, morocho, de remera gris y con gorra. En su libreta anota los rasgos que le dije. Se van. Al rato vuelven, me hablan, me dicen que a la vuelta otro móvil tiene a un pibe con las características que di.
- A la vuelta, sobre Dean Funes, otro móvil tiene a un pibe con las características que diste, me dice el oficial.
- Te animas a ir, me pregunta el otro.
- Si, vamos, le digo.
Me subo a la camioneta de la CAP. Nunca antes había estado en un móvil policial. Damos la vuelta y paramos en la esquina, para que lo podamos ver y él no me vea. Un flaco está con la moto estacionada a un costado y las manos arriba de la chata masticando bronca. Lo entiendo, no es él, es más flaco, este es musculoso, digo.
Un llamado de radio y lo sueltan.
La tarde pasa y no hay noticias de los pibes que rompieron el vidrio y sacaron la cartera de mi cuñada.

- ¿Y?, me preguntan cuando vuelvo.
- No era, este era más musculoso.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Agotado


Pasaron 18 días y sólo publiqué una entrada. Tengo el blog abandonado. Nadie me deja comentarios, tampoco entró a otros blogs para decirle lo bueno que están así entran al mio. En verdad, no tengo tiempo. Tengo ocho horas más en la escuela y son interinas, hasta ahora todas eran suplemtes. Además soy tutor de los tres segundo años, un fracaso mi tutoría, creo que la mayoría va a repetir.

Para que los chicos tengan voz en la escuela y creen un pensamiento crítico se me ocurrió organizar el centro de estudiantes, más trabajo , menos tiempo.

Tengo una novia a la cual debo visitar a menudo, un poco porque la extraño otro poco porque me extraña.

Las horas se van consumiendo, soy adicto: no a las drogas, tal vez a la bebida y seguro al tenis. Veo tenis todo el día y si fuera por mí jugaría todos los días. Me canso de llamar gente para hacerle partido, soy un pesado.

Además me gusta mucho salir. En que tiempo voy a escribir?

Estoy pensando seriamente en cerrar el blogs. Además en la feria del libro dijieron que esto de los blogs esta sobredimensionado, que está decayendo, que su pico fue en el 2006, que Emanuel Rodriguez es un salame y no labura sus textos. Yo tampoco trabajo los textos que publico en el blogs, por eso es sin correción.


Ayer, en un taller de narrativa, al cúal asisto, hablaban de los blogs. La mayoría tiene uno, y a la mayoría no le interesa que entre nadie, o solo sus amigos. Mis amigos leen poco y creo que ni saben que son los blogs; no sé si alguna vez entraron a alguno.

El único que me deja mensajes es Rodrigo, y yo le contesto.

El blog da trabajo, y yo estoy saturado. Ahora me voy a domir la siesta, luego vere que hago.




jueves, 4 de septiembre de 2008

Discriminación. Diálogos a la mañana


Segundo está en el taller. Le pido permiso al profe para hablar con las chicas afuera. No están todas, falta Ro, pero está Ka y So. Salimos y en unos de los canteros se sientan So, Je y Lu, y paradas quedan Ka, Ma, Ya y Mai.

- Vamos a dejar las cosas en claro –digo- esto no puede seguir así. Estas diferencias no solo se ven en mi hora sino en todas. Además ya le dije, que ustedes son pocos y deberían llevarse bien. Ustedes mismos me dicen que la escuela no le gusta mucho, y para colmo el curso es feo porque todos se pelean…
- Yo no quiero venir más, el año que viene me cambio, interrumpe So con tono firme y sería.
- Si profe, yo también me quiero ir, dice Je mucho más tímida.
- Nosotras nos queremos cambiar al c, dice Mai.

Ka sigue callada y mira hacía abajo.

- Pero eso no es solución. So, cuantas veces te dije a vos y a Ro, que deberían adaptarse a la escuela. No todos tuvieron la suerte de nacer en un barrio lindo o una casa linda, y no por eso hay que tratarla mal. Además yo no le pido que sean amigas, solo que se respeten para que en el curso nos llevemos bien.
- Pero porque nos dice a nosotros, arremete So enojada.
- Se los digo a todas. Nadie quiere que sean amigas, solo que se respeten y no se insulten. Si no se llevan bien, esta bien, pero eso no significa que nos estemos agrediendo e insultando. Además ya le dije que si siguen así esto se va ir poniendo más feo y puede terminar a los golpes y esa no es la cuestión.
- Pero es solo en su hora profe, porque usted es bueno, porque Ka en otras horas no se para a hacerse la mala, dice Je.
- Puede ser, pero estas peleas entre ustedes y el resto de las chicas del curso no solo lo noté yo, sino varios profesores y por eso estoy hablando con ustedes. Además yo le voy a poner las cosas bien en claro. O lo arreglan entre ustedes, cambiamos la actitud, y nos llevamos mejor, o vamos a ejercer mano dura y no se le va a permitir ningún tipo de burla ni insulto porque sino van a ser sancionadas. Y ustedes saben que acá los profes no tienen problema en poner amonestaciones. Yo se que no es la solución, pero por lo menos vamos a sacar el problema de la escuela, yo sé que esto no se va a acabar, pero lo vamos a limitar y cualquier insulto o burla va a ser sancionado.
- Pero profe usted quiere que cambiemos, si nosotras nos somos. Ro y yo no le hacemos nada a nadie, lo que pasa es que ellas son unas negras, unas negras villeras, y usted quiere que cambiemos y nunca vamos a cambiar, porque nunca vamos a ser negras.
- No es tan así, dice Je, que es del mismo bando de Ro y So.
- Ya te dije So, que no hables así.
- Pero son unas negras que le faltan el respeto a usted, porque ese día que se hizo la mala y usted no la sancionó yo no me pare a hacerla cagar por respeto a usted, porque yo soy más persona que ella.
- No la sancione porque no creo que esa sea la solución, y porque no creo en las sanciones. Pero si ustedes quieren eso, bueno vamos a empezar a poner sanciones y vos sabes bien que siempre das motivos para que te pueda poner alguna amonestación. ¿Ustedes piensan los mismo?, le pregunto al restó de las chicas.
- Si profe ponga amonestaciones, dice Ya, y es la primera vez que una de las chicas del otro grupo dice una palabra.
- Pero sabe profe lo que pasa, dice Ma (una chica que realmente me cae muy bien) que Ro y So le dicen negra sucia, y villera a Ka, y a nosotras también y se nos ríen.
- Y bueno que cambien entonces, si no quieren que le digamos negras, porque eso es lo que son, dice So.
- Eso es lo que vos pensas, le digo. Ma, a vos te parece que Ka es una villera.
- No profe, para nada, ella con nosotros es re buena.
- Mai vos que pensas de Ka.
- A mi tampoco me parece una villera.
- Ves So, no des tus ideas como verdades abosolutas. ¿Ka, vos querés decir algo?

Ka no dice nada. Mira al suelo y ni habla. Doy por terminada la conversación y le digo que piensen que es lo que quieren, arreglar el problema entre ellas o que nosotros pongamos sanciones.
Me voy decepcionado, por So, realmente que me caía muy bien, igual que todas, pero no puedo creer que sean así. También me voy triste por el autoritarismo que tienen los chicos. Ellos mismos prefieren las sanciones. Pienso en la forma que lo educamos.
Las chicas se van, y Ka se queda para hablar pero no puede. Llora y llora. Le digo que no se ponga así, que lamentablemente se va a tener que encontrar con gente así en toda su vida. Le sugiero que no le de bola. Pero Ka me cuenta de los problemas que tiene su padre para mandarla a estudiar, o algo así, porque llora y no puede hablar bien. Llora tanto que hay que llamarla a la celadora para que le de agua con azucar y ahí cuando la veo a Ka de esa manera, pienso que todo fue en vano.




Diálogo a la tarde

Entro a segundo sin ganas de hablar con nadie más y muchas ganas de darle actividades. Saludo y dejo el portafolio en el escritorio. Ni la miro a So, que tan bien me caía. Pongo la fecha, y comienzo a escribir las consignas.
Ro, que faltó a la mañana pero vino a la tarde se levanta y me dice que quiere hablar conmigo.

- Hablá, le digo, con vos de enojado.
- Las chicas me contaron lo que hablaron a la mañana, como me hubiera gustado estar.
- No venís nunca a taller, le digo.
- Es que me duermo, pero profe lo que yo le quería decir, es que estuve pensando en hablar con Ka, para que se acaben las diferencias. Con tal yo a ella afuera de la escuela no las veo. Para que se acaben los quilombos profe.
- Me parece bien, le digo y le estrecho la mano.



Leyendas armoniosas

Con segundo estamos viendo leyendas. Entonces aprovecho para contarles leyendas de miedo, leyendas urbanas y hacemos un círculo y los incito a que ellos también cuenten.

(Dos semanas pasaron de los diálogos y el curso esta muchos mejor, por lo menos no se respira ese aire a hostilidad que se respiraba hace un tiempo).

Los chicos comienzan a contar leyendas, o sucesos de miedo que le contaron, lo hacen de manera caótica como suelen ser mis horas de clase. Así que trató de organizarlos para que se escuchen entre todos. Ellos mismos colaboran.
Ka quiere contar una cosa que le pasó a su padre en el campo, y dos chicos están hablando, entonces Ro con actitud se para y le dice a los dos pibes que cierren la boca que Ka esta por contar una historia.

Después se sienta al lado de Ka, y le dice, dale conta, y Ka cuenta y todos nos morimos de miedo.