martes, 15 de octubre de 2013

Un entrevista que no salió

Mi amiga y compañera de la facu Georgina Ricardi me hizo unas preguntas para la revista Matices. No sé porque no salió( en la web no está ) . Pero las subo acá para que las puedan leer.

A las respuestas las contesté a la vuelta de la gira Tartagal-Salta. Mi hijo dormía atrás, yo manejaba por las salinas de Santiago del Estero y Mari escribía en la netbook lo que le dictaba.





Allá lejos y hace un tiempo
Fabio Martínez es más que un treintañero salteño que tuvo la oportunidad de estudiar una carrera universitaria en Córdoba. Fabio Martínez es, antes que nada, un tartagalense que pese a haberse establecido aquí no puede, ni quiere olvidarse de aquello que lo parió. Y le da vueltas al asunto desde hace tiempo. Y se obstina en pegarse a los recuerdos de la adolescencia noventosa en Tartagal, a las caravanas en Moscú (como le llaman por allá a la localidad de General Mosconi) y al recuerdo que le transmitió su padre sobre Campamento Vespucio, otra de las ciudades ypefeñas desmembradas por las políticas privatizadoras del gobierno menemista.

Aquí, una charla con el autor de la novela “Los pibes suicidas”, uno de los últimos títulos publicados por Editorial Nudista.

Sos Comunicador Social y docente pero empezaste a escribir mientras eras estudiante ¿cómo te fuiste haciendo más escritor que periodista?
-Yo venía participando de distintos talleres literarios y había escrito muchos cuentos que al final quedaron olvidados. En el taller que Luciano Lamberti dictaba en Casa 13 por el año 2008, comencé a madurar y a darme cuenta de que escribir era una construcción que necesitaba de mucho tiempo, esfuerzo y confianza. Ese año Lilia Lardone armó la antología de jóvenes narradores y gracias a la sugerencia de Lamberti, un cuento mío formó parte del libro. Fue motivador formar parte de ese libro con escritores que venían desde hacía mucho tiempo y a los que yo admiraba. Al año siguiente Martín Maigua fundó la Editorial Nudista y arrancó con un libro de cuentos de mi autoría “Despiértenme cuando sea de noche”. El año pasado formé parte, junto con Sebastián Pons y Alberto Maiztiegui, de un libro editado por Eduvin titulado “Frutos Extraños”. A fines del 2012 corregimos y le agregamos un cuento a la reedición de “Despiértenme…” y hace muy poco Nudista volvió a publicar un libro mío, esta vez una novela llamada “Los Pibes Suicidas”.

En tu libro anterior decís que no fuiste lector desde temprano ¿qué te despertó la inquietud por la literatura y por escribir?
- Creo que fue la década de los noventa, pero los noventa en Tartagal. Fue una década muy dura para la zona. Con la privatización de YPF mucha gente se quedó sin trabajo y una gran fuente de ingreso de dinero se esfumó. Se cerraron hospitales, escuelas, muchas familias se rompieron, otras se fueron y se instaló una violencia que por lo menos a mí, y sé que a muchos amigos de mi generación también, nos pegó muy duro. Esa opresión tenía que sacarla de alguna forma y en la literatura encontré un canal para hacerlo. Por eso en mis textos siempre hay una referencia hacia Tartagal y fue también por ese motivo que escribí “Los Pibes Suicidas”.

Entonces estás vos en las historias que contás…
-Son puntos de partida. Por ejemplo en “Los Pibes Suicidas” el personaje principal, Martín, surge a partir de la siguiente idea: ¿Que hubiera pasado conmigo si no hubiese tenido la oportunidad de irme a estudiar y me hubiera quedado en ese Tartagal convulsionado? Sin embargo, a ese personaje le agrego un entorno diferente al mío, la madre es una ama de casa y el padre un perforin opresor. Características que no coinciden en nada con mis padres. Por lo tanto ese personaje ya se convierte en otra cosa y poco queda de mí en él. El Porteño, que es otro personaje de la novela, era un tipo que existía de verdad pero que nunca fue mi amigo y ni siquiera lo conocí. Por lo tanto lo que aparece en la novela es una referencia a la imagen que yo me hice sobre él en su momento.

A ser escritor ¿se aprende?
-Cuando fui a mi primer taller juro que sabía muy poco del oficio de narrar pero gracias a talleristas y escritores como Fernando Stefanich, Federico Falco y Luciano Lamberti aprendí a contar historias y a entender al escritor como a un artista. También leyendo autores como Carver o pasándome noches enteras leyendo ensayos en internet, uno va aprendiendo ciertas cosas que ayudan a escribir. Por otra parte existe una especie de sensibilidad del artista, que en el caso del escritor tiene que ver con contar cosas que otros no cuentan y centrarse en detalles que otros no ven. Creo que esa sensibilidad es algo que se adquiere pero no sé cómo. Y es muy importante para que la historia de uno llegue de manera profunda al lector. De lo contrario se corre el riesgo de escribir textos perfectos pero con poca o nula emoción.

¿Cuándo se deja de ser "nueva pluma"?
-No estoy muy seguro pero según algunas revistas literarias y ciertos concursos uno deja de ser un joven escritor después de los 35 años.

¿A dónde pretendes llegar como escritor?
-No pienso mucho en eso. Lo que sí me gustaría es que mis libros circularan y se leyeran mucho, especialmente en el norte del país. Por otro lado hace poco con la gente de Nudista fuimos invitados a Santa Fe a compartir nuestros textos y estuve en Salta y en Tartagal presentando mi novela. Viajar, conocer otros escritores, leer sus obras y que ellos lean la mía, escuchar sus opiniones es algo que me gusta y que me gustaría seguir viviendo a través de la literatura.

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