sábado, 5 de julio de 2008

La vida cruel, parte uno


Mamá me pide que vaya al velorio de la esposa de Lalo. Ella no puede ir porque está con gripe y afuera hace demasiado frío. Pregunto dónde es y me pasa la dirección.
Por un momento amago con decir que no tengo tiempo, pero mamá me manipula.

- Si no podes ir, me avisas, me cambio, me tomo un taxi y voy yo con este frío así me termino de enfermar.

No me queda otra. Prometo ir.

Mamá insiste en que vaya, porque Lalo es un amigo de la familia. Era amigo del hermano de mamá: Chicho, mi tío, que nunca conocí porque hace más de treinta y dos años, un escuadrón entró a su departamento. Lo secuestraron, junto a su esposa Gigi. Los torturaron, los mataron, los desaparecieron.
Después le robaron el auto, los muebles, la cocina y todo lo que encontraron. El otro hermano de mamá, Mario, que le cerró la puerta de su casa por el miedo que reinaba en ese momento y para no tener problemas con su esposa, después del secuestro de Chicho lo buscó por todos lados. Tocó las puertas de todos lo regimientos, se peleó con todos lo militares hasta que le pusieron una pistola en la cabeza, y él le dijo que disparen. Pero tanto valor llegó tarde. Chicho ya estaba muerto, y mi madre, desconsolada para toda su vida.

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