Quiero saber cuanto falta para que toque el timbre, pero no tengo reloj, y no quiero sacar el celular. La escuela le tiene prohibido a los chicos venir con celular a la escuela, aunque nadie hace caso.
Pregunto la hora, todavía falta y los gritos siguen, J sigue gritando, ya me canso, le llamo la atención otra vez. En el fondo dos alumnas me hablan para que le explique por décima vez como tienen que hacer el práctico. Pongo todo el esmero para que me entiendan, pero cuando las chicas van entendiendo, J vuelve a gritar y le saca una lapicera a M. No aguanto más, voy hacía adelante y lo mando con la celadora. Me duele la cabeza. Vuelvo con las chicas, le explico y veo que por primera vez el curso está en relativo orden. Aprovecho la tranquilidad para llenar el libro de temas. Me fijo que hace como seis clases estamos con el mismo tema. Pienso, luego escribo.
Me concentro en el libro de temas y escucho un grito. L, una de las mejores alumnas esta levantada amenazando a F, el hincha de Racing de Nueva Italia. Le llamo la atención a L para que se calme. Sentate, le digo. Me hace caso, pero al rato se repite la misma escena pero con más furia por parte de L. Los chicos se paran y dicen pelea, pelea. Me acerco y le digo todos que se sienten.
- Que pasa acá, pregunto.
L no dice nada pero su compañera de banco sí.
- F, esta insultando a su padre, me cuenta.
La obligo a L que se siente y mire hacia delante, y a F que se quede callado en su banco y los demás chicos que sigan trabajando. El timbre suena, y siento un gran alivio. Todos salen menos L, su compañera de banco, y F. L se acerca hacía mi escritorio y me pregunta si pueden hablar conmigo, esta nerviosa.
- ¿Qué paso L?, pregunto.
- F, insultó a mi papá. El no sabe nada, si insulta a mi mamá no me importa, pero a mi papá si.
Sus ojos se llenan de lágrimas y respira intensamente. No se que decirle, solo que se calme, pero L continua.
- El no sabe lo que es darle un beso a tu papá y no saber si lo vas a volver a ver. Mi papá es policía profe, y la otra casi lo pierdo porque gente como esta casi lo mata. El no sabe nada, profe tiene que hacer algo.
- L, cálmese por favor. No se ponga así, la entiendo. Pero uno hace lo que puede.
- Pero usted es el profesor, imponga autoridad, ponga amonestaciones.
- Uno hace lo puede, cuantas veces los hable a tus compañeros, además no es solo mi materia. La dirección hablo con casi todos los padres, y tus compañeros no cambian.
L sigue llorando, maldiciendo a F y hablando de su papá. F está en la puerta escuchando todo. Lo llamo con voz firme y cara de enojado.
- ¡¿Que te pasa F, porque le insultas el padre a tu compañera?!.
- Dije lo que sentía profe.
- ¿Cómo?
- Si profe, dije lo que sentía, la policía es opresión y represión.
- Que sabes vos, dice L enojada y sale con su compañera de banco.
Salgo del curso hablando con F, aconsejándole que no se meta en problemas y aún sorprendido por sus sentimientos de opresión y represión. Caminamos por el pasillo y L junto a cuatro amigas de otro curso vienen directo a F para insultarlo y acusarme que no hago nada para defender a L.
Lo llevo a F a un costado, lejos del grupo de chicas y le digo que no se meta más con L.
Entro a la sala de profesores, me sirvo un vaso de agua y me siento. No pasan ni medio minuto que por la puerta aparece un amigo de F y me cuenta desesperado que L y su grupo de amiga le esta pegando a F.
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