martes, 24 de junio de 2008

Lágrimas, tercera parte

- Usted no nos dijo nada, dice R.
- Ayer le dije.
- Bueno, no escuche, dice L.
- El profe avisó ayer. Me defiende R.

Doy por terminada la cuestión y comienzo a cerrar los promedios. Arrancó con los chicos que entregaron el cuaderno. A todos los apruebo pero vario la nota entre siete y nueve, según la presentación. F, me trae su cuaderno, tiene dos tres y un ocho. Pongame un nueve me dice, para levantar. Pienso que mejoró mucho, y este último tiempo se esmeró para levantar la nota. El cuaderno no está mal, pero ya puse notas más bajas a cuadernos iguales. No pienso mucho. Le pongo el nueve y le cierro el promedio.
Las chicas estudiosas de adelante, que siempre me convidan mentitas y las cuales me cuentan lo que pasa en el curso pegan el grito en el cielo. Especialmente Y, que dice que regale la nota, que esto es cualquier cosa. La mando a su banco. No me extraña de Y, es una chica estudiosa a la cuál le importa mucho la nota. Pero de atrás salta M, uno de los chicos con el cual estoy constantemente hablando para que se ponga las pilas en todas las materias. Repite por segunda vez y corre el riesgo, si no pasa de año, de sentir el denominado fracaso escolar y la sobreedad.
También salta A y T, se quejan, no lo puedo creer. Pienso que es broma, pero siguen quejándose y acusando a F de vaga, igual que Y y sus amigas de adelante.
Mientras tanto, B sigue rogándome que no le ponga el uno, igual que R, que trata de convencerme mostrándome sus ojos color miel y poniendo cara de ángel. Reconozco que R se expresa bastante bien. Pero en todo el cuatrimestre no mostró interés. Se lo explico, me lo reconoce y vuelve a su banco.
Pero la cosa sigue, A, M y T se siguen quejando. Toca el timbre y ya le puse el uno a todos lo que no trajeron el cuaderno.
Salgo al recreo y le pregunto a M, si es verdad que esta enojado. No lo puedo creer, le digo. No me contesta.

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