martes, 24 de junio de 2008

Lágrimas, última parte


Pasa el recreo y vuelvo a segundo. Termino de cerrar los promedios.
La actitud de los chicos me molesto, y mucho. No me gusta que sean tan llorones por la nota.
Intento hablar, pero se siguen quejando, y me saca que R y S miren por la ventana cuando le digo porque le puse un nueve a F.

- Escucho con los oídos, no con lo ojos, listo, me responde R.
- Usted ya habla con todo cerrado, agrega S.

Pienso que se me fue todo de las manos. Tal vez debería haberles puesto la misma nota a todos. Pero pregunto enojado si tanto importa la nota cuando ya están aprobados.

- Claro que importa, uno se mata estudiando para que después le regalen la nota a una que no hace nada, esto es injusto, dice exaltado M.
- Si, agrega A.
- Profe, le doy mi cuaderno y bajeme la nota si quiere, dice F.
- No quiero bajarte la nota, digo.
- Voy a hablar con el Director, salta de adelante Y.
- Bueno, vaya y hable, digo ya enojado.
- Si yo también, no puede ser que a nosotras nos pongan un uno por no traer un simple cuaderno. Por lo menos que sea una prueba, dice L.
- Chicos, le puse el nueve a F porque ahí también agregué la nota de concepto. Entendí que ella se esforzó lo suficiente…

No me dejan terminar, y lo que empezó como un simple reclamo se vuelve insoportable, por lo menos para mí.
Vuelvo otra vez con la idea de que la nota no es tan importante, pero T exaltado me corrige.

- Claro que es importante, sirve para no desaprobar el próximo cuatrimestre. Porque si me va mal el próximo cuatrimestre, tengo la nota que me salva del primero.
- Eso es mentira, aunque te ponga un diez, si después te sacas un cinco en la segunda etapa te vas a rendir y todos los saben. Además T, todo el año pasado estuviste llorando para llegar a un seis y ahora te enojas por que te puse siete y no ocho.

B se queja de vuelta por el uno, igual que R, L y S. Quiero explicar que lo que se evaluó era la responsabilidad con la materia, pero no me escuchan.

- Listo, se acabo el tema, digo.

Vuelvo al escritorio y acomodo mis cosas. Lo veo a todos con caras desafiantes, menos a las chicas del fondo que fueron las únicas que me apoyaron. Me muerdo los labios y miro para abajo. No aguanto más, miro el pizarrón y siento como mis ojos se llenan de lágrimas.

2 comentarios:

Unknown dijo...

che que complicado, si fuera por mi..les pongo una ñapi a cada uno de los guachitos esos y a la mierr!
Abrazo
Rodrigo

Fabio Martinez dijo...

ey rodri, aca ando conestando a la gente que se toma un tiempo y me deja sus comentarios, como vos amigo.
Y la verdad que es duro ser docente, pero tampoco es un bajon,
a veces me siento util.

un abrazo